A lo largo de este año les he ido compartiendo mi camino de recuperación, el cual no ha sido fácil, pero ha sido el que permitió que me diera cuenta que VALE LA PENA jugarse la vida.
Perder un ser querido es doloroso, pero perder a alguien a causa de suicidio te genera demasiadas dudas, miedos, inquietudes, culpa, tristeza, enojo, frustración, desesperación. Día con día buscas respuestas y entre más buscas más inconclusas se vuelven. Tal vez nunca encontraremos consuelo para el dolor que una pérdida así genera.
Cada quien encuentra su manera de resignificar las heridas. Los japoneses le llaman a esto Kitsungi, es el arte de reparar vasijas rotas con resina de oro. Son nuestras cicatrices los souvenirs del viaje de la vida, las que nos construyen y recuerdan el camino por el que hemos avanzado.
VALE LA PENA me ha permitido crecer tanto en lo personal, profesional y sobretodo en lo espiritual. Ha sido la manera de resignificar mis cicatrices (físicas y emocionales). Ha lo largo de mi formación como psicóloga, la mayoría de mis trabajos e investigaciones los he encausado en el estudio del suicidio, las autolesiones no suicidas y trastornos alimenticios. Claro, motivada por mi propia historia. ¿Qué descubrí? Las enfermedades mentales no las elegimos, son enfermedades, se tratan, pero más que enfocarnos en el tratamiento lo primordial debería ser enfocarnos en la prevención. Así fue como decidí que desde lo más cercano que tenía en ese momento, mi celular, podría compartir una idea, un pensamiento.
Jamás imagine que un año después de esa primer publicación, estaría hoy aquí, agradeciendo a tanta gente por su apoyo para difundir este proyecto, que empezó con un examen de admisión para estudiar psicología. A seis años de eso concluí con muchas horas de terapia, todo un botiquín de psicofármacos, bastantes visitas a psiquiatría (unas cuantas por urgencias), otras de nutrición, obvio con mucho estudio también, algunas pausas, pero sobretodo, insigth, autoconocimiento y la construcción de un camino que me he trazado en el compromiso de promover la salud mental.
Tania Aréstegui
VALE LA PENA