Vivir con trastorno límite de la personalidad es como vivir en una montaña rusa de emociones, donde todo es intenso. Tienes grandes subidas, desde las cuales aprecias paisajes hermosos que acompañan tu camino, pero luego, sin esperarlo, viene una bajada tan rápida, intensa y a veces tan larga que puede ser al mismo tiempo tan fascinante como dolorosa. Y después, después viene la calma, en un inicio tan deseada, pero una vez que se alcanza, el deseo de volverte a subir es mas grande que la emoción misma.
Cada vuelta en esta montaña rusa llamada TLP es diferente, a veces quieres bajar, muchas otras quieres seguir dando vueltas sin parar, otras no sabes si lo que deseas es estar arriba o abajo y llegas a olvidar como se baja y como se vive fuera de ella.
Lo único seguro es que es cansado, la adrenalina puede ayudar a olvidarlo, pero tarde o temprano el cansancio regresa, volteas y pides que la paren; que te escuchen depende de si estas muy arriba o muy abajo, pero depende de ti que esta pare, tu tienes el poder de decidir cuando, falta atreverse y gritar fuerte. Puede dar miedo bajar, no sabes si alguien estará ahí esperándote y efectivamente puede ser que no, pero estando arriba aprendiste a estar contigo.
En tu camino te encuentras con gente dispuesta a subirse y acompañarte, sin embargo se llegan a cansar después de tantas vueltas, algunos se cambian de vagón, porque lo que les gusta es subirse, no importa con quien; otros se bajan para no volver y unos cuantos te enseñan que existen otros juegos, tal vez menos intensos pero igualmente divertidos. En tu camino dentro de este parque de diversiones, descubres que caminando tranquilamente por él, también hay grandes atracciones.
Muy probablemente el deseo de volver a tu juego favorito siga e incluso volverás a subir, pero ya aprendiste a bajarte.
Tania Aréstegui
VALE LA PENA
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